¿Has oído alguna vez hablar de un músculo agonista? ¿alguno que se le haya llamado antagonista?
Parecen los nombres que se usan en el teatro o el cine para nombrar al protagonista y al malo de la trama. De hecho, aunque en el movimiento humano no haya un malo como tal, sí que tenemos al protagonista y a su opuesto, el que se opone a su voluntad.
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Definiendo al agonista y al antagonista
Si da la casualidad de que tú, lector, has estudiado el grado superior de deporte (antiguo TAFAD, actualmente llamado TSAF) o la carrera de ciencias de la actividad física y el deporte (CAFyD), es tremendamente probable que hayas oído estos términos en clase de anatomía.
Si vamos directamente a internet, podemos ver que agonista se define como el músculo encargado de generar un movimiento, mientras que el antagonista es el músculo que se le opone.

Ilustración 1. Agonista (Batman) y antagonista (el Joker)
Sin embargo, este punto de vista sobre la acción muscular está algo obsoleta.
Muchos habréis estudiado el típico esqueleto o monigote con los músculos ya puestos, y desde la posición anatómica (Ilustración 2) os decían que, por ejemplo, el pectoral era flexor de hombro. Es decir, en la flexión de hombro, el pectoral mayor es agonista.

Ilustración 2. Posición anatómica
¿Acaso el deltoides frontal no flexiona el hombro? Sí, claro que lo hace, pero ¿por qué no lo llamamos agonista?
Digamos que, en esa manera básica de estudiar el movimiento, se consideraba agonista al músculo más fuerte, sinergista a otro músculo con la misma acción pero que fuera más débil (en función de qué se determinaba la fuerza ya es harina de otro costal) y el antagonista era el músculo que hiciera el gesto contrario, por ejemplo, el dorsal ancho (y éste a su vez, podía tener sinergistas también).
¿Y qué pasa hoy en día?
Kinesiología y biomecánica
Si has leído más de un artículo mío, te habrás dado cuenta de que soy Mr. Depende. Nunca doy una respuesta absoluta (o rara vez lo hago), y parece que siempre escribo para decirte que “depende”. La verdad, siento ser tan aguafiestas, pero describir la realidad con el mayor grado de acierto posible es muy complejo.
Por eso me gustó la kinesiología en cuanto la descubrí, porque no te dice que el pectoral es siempre agonista en la flexión de hombro, sino que depende de la posición del hombro, será agonista, sinergista o puede realizar directamente una extensión.
En kinesiología no tenemos agonista ni antagonista, lo que se hace es usar variables mecánicas (porque es una rama de la biomecánica) para ver cuánto puede aportar el pectoral al movimiento en cuestión.
El músculo que más contribuya al movimiento en el momento preciso que lo estamos analizando (por ejemplo, el press de banca en el instante de la pausa en el pecho) sería nuestro agonista.
Pero, como durante el press de banca la posición de hombro, codo y muñeca cambian, si analizamos la contribución de cada músculo a mitad de recorrido, el agonista (una vez más, el músculo que más contribuye al movimiento) podría ser otro.
Simplificación y aplicación prácticas de los músculos antagonista y agonistas
Entonces, si el término agonista-antagonista no se usa, ¿por qué lo he escuchado? El primero de los escenarios donde lo has podido escuchar es haciendo referencia a un fenómeno llamado coactivación antagonista. Esto es, por ejemplo, cuando se nos activan los isquios al hacer sentadilla.
Hacemos sentadillas para que nos crezcan los cuádriceps (agonista), pero se activan los isquios (antagonista), que es la musculatura que se encarga de hacer la función contraria.
¿Cómo es eso? ¿Pueden crecerme los isquios si hago sentadilla? No, pero se activan. El hecho de que un músculo se active no quiere decir que se esté llevando un estímulo adecuado para crecer (ver artículo).
En este caso concreto, los isquios se activan con el fin de ayudar a reducir el movimiento de la tibia durante la sentadilla. Dicho de otro modo, la activación de los isquios ayuda a estabilizar la rodilla y reducir la cantidad de trabajo que realizan los ligamentos cruzados (Neumann, 2016).

Ilustración 3. Foto de una sentadilla profunda
Otro contexto donde has podido oír agonista-antagonista es cuando se trata de superseries. Si vemos al monigote de la ilustración 2, veremos un patrón claro, y es que cuando queremos realizar un ejercicio, el antagonista está al otro lado. Veamos, pongamos como ejemplo un curl de bíceps:
- Para hacer un curl, trabaja el bíceps (de ahí su nombre)
- El tríceps está al lado contrario del húmero, en la parte posterior, y por eso hace el gesto contrario, extiende el codo.
Entonces, imaginemos que queremos hacer superseries para ahorrar tiempo en nuestro entrenamiento, pero claro está, sin perder rendimiento. Podemos hacer superserie agonista-antagonista.
Podríamos hacer una serie de curl de bíceps y acto seguido, sin descansar, una serie de extensión de tríceps en polea alta. Claro está, el ejercicio que va segundo se ve ligeramente penalizado porque al hacer un ejercicio no toda la fatiga se queda en el músculo, también nos generamos a “nivel general”, pero aun así sigue siendo una estrategia muy buena para ahorrar tiempo sin perder calidad.
Los otros tipos de superseries son las de agonista-agonista, lo que también se conoce como biserie. El fin de este tipo de entrenamiento o estructura no es acortar tiempo, sino generar mayor estrés metabólico en el mismo músculo.
Al hacer esto, es interesante juntar dos ejercicios con diferentes características, como puede ser un curl de bíceps bayesian (donde trabaja el bíceps en estiramiento) combinado con un curl araña (donde el bíceps trabaja en acortamiento).
Conclusión
Los nombres agonista-antagonista pueden ser usados para designar un tipo de superserie donde se involucran dos músculos con acción opuesta, aunque hoy en día no son términos muy adecuados para describir el movimiento o realizar un análisis mecánico minucioso de un ejercicio.
Bibliografía
Neumann, D. A. (2010). Kinesiology of the Musculoskeletal System: Foundations for Rehabilitation (Vol. 14). http://dx.doi.org/10.1016/B978-0-323-03989-5.00015-8