Crujidos y chasquidos en rodillas, tobillos, cuello, muñecas y caderas se experimentan en un alto porcentaje de la población, y el desconocimiento de su causa puede llevar a preocupación porque sean un presagio de artritis, artrosis, degeneración o lesión; especialmente si estos tienen lugar durante el ejercicio.
Lo primero que hay que comprender es que los ruidos pueden ser consecuencia de varias situaciones, unas acompañadas de dolor, y otras no; y en este artículo vamos a ver detalladamente, pero de manera concisa, las causas y los contextos en los que el sonido articular podría ser preocupante.

Chasquidos inofensivos: cavitación
Se estima que éstos ocurren cuando se produce un cambio de presión y volumen en el interior de la bolsa sinovial de la articulación con motivo de un cambio de posición repentino de la misma, en el límite del recorrido de su movimiento fisiológico y sin superar el límite anatómico.
Algunos ejemplos son los sonidos producidos cuando se crujen los nudillos, o al girar voluntariamente el cuello. También es característico de prácticas manipulativas como la fisioterapia u osteopatía.
Al aumentar la tensión articular, los gases disueltos en el líquido sinovial (lubricante natural de las articulaciones) crean pequeñas burbujas que estallan haciendo un ruido similar a un chasquido. Este puede volver a repetirse al poco tiempo (unos 20 minutos en condiciones normales para que el líquido sinovial vuelva a licuar).
Como pueda sentir quien lo realice habitualmente, la cavitación provoca una serie de reacciones reflejas relajantes momentáneas en las estructuras y músculos cercanos a la articulación o en ella (un buen ejemplo de ello son las manipulaciones de las articulares en la columna vertebral).
Podría pensarse entonces que es un fenómeno poco invasivo, que alivia y que se puede repetir cuando sea necesario.

Figura 1. Cavitación de una articulación de un dedo de la mano (flecha amarilla).
Aunque no existe mucha evidencia al respecto de si es bueno provocarse estos chasquidos de manera continuada, uno de los más relevantes es el que realizaron Unsworth y cols. (1971), revisado por Poméro y Bonneau (2002) en el que concluían que este fenómeno repetido con asiduidad provoca microlesiones en el cartílago articular.
De hecho, apoyan la relajación articular por medio de tracción realizada a baja velocidad (sin provocar chasquido tan ruidoso). Esto comporta una decoaptación de las superficies articulares en el que si hubiera estallido de aire intraarticular, sería de menor intensidad que el realizado a altas velocidades (Figura 2).

Figura 2. Decoaptación a diferentes velocidades. Se observa que en la gráfica izquierda, al haber un incremento instantáneo muy rápido de la separación entre articulaciones, suena un “crack”.
Decoaptación, ¿qué es?
La decoaptación (separación de las superficies articulares) tiene como finalidad neutralizar y suprimir el componente de coaptación articular generado por la musculatura al activarse.
La casi totalidad de los músculos en el ser humano están dispuestos de manera longitudinal, es decir paralelos a la diáfisis de los huesos y, por lo tanto, transversales respecto a las articulaciones. Nuestra musculatura es coaptadorade las articulaciones y frenadora de las amplitudes anormales. El sistema ligamentario refuerza de manera más inerte esta función «músculo-ligamentaria activa» de nuestros músculos.
Al ser toda la actividad muscular concéntrica, y el tono muscular excesivo en el estado natural, el resultado fisiopatológico indudable de nuestras articulaciones es el aplastamiento gradual. Todo refuerzo muscular exagerado, rigidez o hipertonía no hace más que precipitar este envejecimiento articular.
La decoaptación es, por lo tanto un tratamiento de separación de las estructuras implicadas que permite devolver el espacio intraarticular ideal. Siendo los músculos los cierres del aplastamiento conviene al mismo tiempo alargarlos con el fin de suprimir la hipertonía, el acortamiento y la rigidez.
En los casos en los que la decoaptación se hace a alta velocidad, como hemos mencionado, el chasquido o “thrust” es común. Siempre debería ser realizada por un profesional experimentado.
Crujidos por afectación capsulo-ligamentosa y/o cartilaginosa
Las lesiones y/o retracciones capsulo-ligamentosas articulares (no confundir con retracción escapular) pueden provocar un ruido audible y quedar alguna molestia durante un tiempo, con posible inflamación alrededor de la articulación.
Si la causa se debe a un cartílago desgastado, la crepitación es consecuencia del roce interóseo, como el caso de la osteoartritis (artrosis) y el ruido es más común en la rodilla y en el cuello y, además, puede progresar.
La integridad articular depende en gran parte de la distribución de las fuerzas que soporta, por tanto, una alineación correcta es esencial para su buen funcionamiento.
Las anormalidades de esta alineación (por traumatismo, lesión o déficit de fuerza de los músculos que se implican en su sostén) predisponen a la aparición de este tipo de enfermedad.
En esta situación y puesto que el grado de degeneración del cartílago no se puede correlacionar al 100% con la cantidad de dolor que uno pueda sentir, pues depende de cómo se tengan entrenadas las vías del dolor en el cerebro, lo más aconsejable es la actividad física.
En el proceso degenerativo, el cartílago tiene un pobre suministro de sangre y el ejercicio ha demostrado mejorar el aporte de oxígeno a los tejidos blandos.
Por supuesto, es prudente priorizar las actividades de bajo impacto sobre las de alto; lo que no quiere decir que estas últimas sean siempre contraindicadas ya que dependerá de cada persona.
Resaltes de tendones externos
El ejemplo más conocido es la “Coxa Saltans” (cadera en resorte), en el que se produce el resalte del tendón del músculo psoas iliaco, el músculo glúteo mayor o la banda iliotibial del músculo tensor de la fascia lata, que al contraerse o relajarse se deslizan sobre la cabeza del fémur, provocando un sonido característico (Figura 3).
En casos como estos, los tendones rozan el borde articular produciendo un salto en su movimiento y generando un ruido audible, pero no tiene por qué ser doloroso. Esto suele ocurrir cuando el tendón está bastante inflamado por movimientos repetitivos, por lo que, de haber dolor, que también puede ocurrir, este se nota generalmente antes que el ruido.
Antes de forzar excesivamente la máquina, se aconseja reducir la inflamación mediante aplicación de frío y descanso, aunque sea activo, reduciendo las actividades que den lugar a la sobresolicitación del tendón afectado.
Y, por supuesto, sería recomendable la visita al fisioterapeuta para una valoración más específica y diagnóstico apropiado.

Figura 3. Coxa Saltans originada por el tendón del psoas ilíaco.
Resaltes internos
Resaltes internos provocados por estructuras internas (meniscos, engrosamientos sinoviales) no tienen por qué ser dolorosos, y se dan con mayor frecuencia en personas laxas o con meniscos discoides.
El menisco discoide es una anomalía en la forma del menisco, que normalmente tiene la forma de una semiluna (Figura 4), pero en estos casos tiene forma de disco, algo no obligatoriamente originado por causa deportiva.

Figura 4. Diferentes formas de menisco externo de la pierna izquierda (azul). Izquierda, menisco normal (semiluna); centro, discoide incompleto; derecha, discoide completo.
El sonido del resalte ocurre en un momento determinado en el que estas estructuras internas se encuentran con sobretensión por pellizcamiento; y súbitamente se libera. También pueden ser provocados por "ratones articulares" (cuerpos libres de composición cartilaginosa) que bloquean la articulación y hacen tope momentáneo hasta que se libera.
Resumen y conclusiones
No hay evidencia de que sea malo crujir las articulaciones. Aunque sí puede ser incluso beneficioso en circunstancias específicas, por facilidad que uno tenga en provocar esos ruidos, es aconsejable no abusar del gesto pues lo existente indica que el castigo continuado produce un debilitamiento de la articulación.
Pero tampoco hay que confundir el crujir de la cavitación (decoaptación) con el sonido del resalte, que sí puede ser síntoma de posible (o inicio de) lesión.
El dolor será sensación importante para comprender mejor el grado del problema asociado al sonido articular. Mientras no se provoque dolor ni antes, ni durante, ni después; será un síntoma de que no hay que temer que esté sucediendo nada especialmente preocupante.
Bibliografía y referencias
- Unsworth, A., Dowson, D., & Wright, V. (1971). 'Cracking joints'. A bioengineering study of cavitation in the metacarpophalangeal joint. Annals of the rheumatic diseases, 30(4), 348.
- Voegeli, A. V. (Ed.). (2001). Lecciones básicas de biomecánica del aparato locomotor. Springer Science & Business Media.
- Poméro, V., & Bonneau, D. (2002). Le phénomène de cavitation. Revue de Médecine Vertébrale et des articulations périphériques, 8, 24-27.
- Kawchuk, G. N., Fryer, J., Jaremko, J. L., Zeng, H., Rowe, L., & Thompson, R. (2015). Real-Time Visualization of Joint Cavitation. PLoS One; 10(4): e0119470.
- Leroy, V., Chastrette, N., Thieury, M., Lombard, O., & Tourin, A. (2018). Acoustics of bubble arrays: role played by the dipole response of bubbles. Fluids, 3(4), 95.
- Suja, V. C., & Barakat, A. I. (2018). A mathematical model for the sounds produced by knuckle cracking. Scientific reports, 8(1), 1-9.
- Moorman, A. C., & Newell, D. (2022). Impact of audible pops associated with spinal manipulation on perceived pain: a systematic review. Chiropractic & Manual Therapies, 30(1), 1-11.